EL CASO DE LOS “AYMARAS SIN FRONTERAS” BOLIVIA-CHILE-PERÚ
Por Nilo Meza Monge
No es ningún secreto que Chile, desde hace mucho tiempo, pero con especial
énfasis desde hace 30 años, ha venido planificando diversas estrategias
destinadas a dar sostenibilidad al desarrollo de las provincias de Arica y
Parinacota, cuya escasez hídrica y energética resulta una importante restricción
a lo largo de su historia que le impide concretar objetivos de desarrollo de
manera autárquica dentro de su propio espacio territorial. Es por ello que ha
trazado sucesivos modelos para mejorar el acceso a recursos hídricos y
energéticos más allá de sus propias fronteras, así como a otras oportunidades
económicas (comercio, turismo e industria) que ofrecen el sur peruano y el
occidente boliviano.
Mientras tanto, a diferencia de la dinámica política de fronteras de Chile, el
Perú se ha concentrado en esquemas de “defensa” y de “integración hacia
adentro”. Esta situación ha colocado a nuestro país en permanente actitud
reactiva frente a las iniciativas chilenas en un contexto donde el estado de
desconfianza y recelo mutuo en las relaciones bi y trilaterales se convertía en
lugar común, alimentado tanto por pretensiones atribuibles a los objetivos
estratégicos chilenos como por la inexistencia de una estrategia equivalente
para el sur peruano y occidente boliviano, que han impedido la generación de
espacios de negociación que permitan explorar potencialidades de desarrollo
trinacional con beneficios compartidos.
En ese contexto, alrededor de un olvidado lugar llamado “Tripartito”,
confluencia de territorios bolivianos, chilenos y peruanos, al sur de la Zona de
Integración peruano-boliviana, se está dando un proceso inédito de integración
fronteriza trinacional promovido por actores locales que, sin conocer la
Decisión 501, caminan en una dirección perfectamente compatible con ella.