El costo del conflicto con Costa Rica

26 enero 2012




El costo del conflicto con Costa Rica



 
 
May-18-11 - por Luis Gutiérrez Cortés*
 
 El juicio de La Haya ha tenido ya un costo de 6 millones 169 mil 29 dólares
 
“Cuando yo estuve en la Cancillería me di cuenta de lo caro que es contratar consultores extranjeros, traductores, y a los especialistas en límites marítimos, así como los expertos en lectura y manejo de mapas”.  Contralor Guillermo Arguello Poessy

¿Cómo se cambia la frontera de un país?  Es imposible hacerlo.  Lo que se puede cambiar es la frontera entre dos países.  Obviamente, aunque algunos parecen no entenderlo, ambos países deben ponerse de acuerdo antes de intentar ese cambio.

Pero, insistiendo ¿Qué se necesitaría para cambiar esa frontera?  ¿Una draga?  ¿Una cuadrilla de peones armados de pico y pala?  ¿Un pelotón de infantería?  ¿O una gestión de las cancillerías?  Por supuesto que las dos primeras opciones son absurdas aunque, sorprendentemente, esas son las opciones que muchos nicaragüenses, de todos los estratos sociales y políticos, y en todos los niveles de educación, han manifestado públicamente que creen que son las correctas.  La tercera opción sería, por supuesto, contraproducente y no amerita consideración. 

Ahora, continuando ¿Cuándo sería necesario cambiar la frontera de un país?  Y todavía antes que eso, ¿Cómo podemos definir el cambio que estaríamos considerando?  ¿Con respecto a qué situación inicial estaríamos cambiando?  Pareciera que es necesario contestar todas estas preguntas antes de movilizar la draga, o reclutar la cuadrilla de peones, o enviar a los ticos el primer memo de nuestra cancillería.

Si comenzamos por la última pregunta;  ¿Cuál sería nuestra referencia para definir el cambio que nos proponemos hacer?  Inevitablemente la respuesta la tenemos que buscar en el mapa que Ineter hizo desaparecer de su servidor en la internet.  Esto es así, porque ese es el mapa oficial que, correcta o incorrectamente, ha definido nuestra frontera sur desde que fue publicado, hace más de 45 años.  La frontera en ese mapa es oficial porque ese mapa es un documento oficial publicado por una dependencia del poder ejecutivo y porque así fue ratificada explícitamente por la Dirección General de Ordenamiento Territorial en Abril del 2003, en otro mapa publicado por el propio Ineter.  Cualquier cambio que se necesite hacer a la frontera tendrá que ser respecto a ese mapa.  No existe otra referencia aparte del mapa de los ticos, que coincide con nuestro mapa desaparecido.

¿Y por qué sería necesario modificar esa frontera?  Tal vez porque el mapa no la muestra correctamente.  Pero, no la muestra correctamente ¿Con respecto a qué?  Tal vez con respecto a la descripción establecida por las Actas de Alexander.  Y aquí tropezamos con un nuevo obstáculo. 


Nuestros expertos delegados a la Corte Internacional de Justicia, declararon solemne (y candidamente) ante los jueces, que en más del medio siglo que nuestras oficinas de cartografía tienen de estar publicando mapas con tecnología moderna, jamás hemos comprobado esos mapas en el campo.  Lógicamente, después de confesar esa vergüenza, nuestro siguiente paso deberá ser comprobar ese mapa en el campo.  Nuestros ingenieros de cartografía tendrán que hacerlo.  Ellos sabrán cómo.  En todo caso, esa es una labor especializada que, para no pasar más vergüenza, no podemos asignar a nuestros expertos en leyes internacionales y mucho menos al operador de la draga.

Las Actas de Alexander describen la frontera mediante lo que en jerga contemporánea llamaríamos tres formatos.  Mediante descripción literal (que los doctos prefieren denominar el “dictum”);  mediante datos numéricos (que algunos repudian por creerlos ilegales y menospreciables respecto al “dictum”); mediante representación gráfica como croquis o mapas (que algunos consideran imprecisos además de ilegales). 

Debido en parte a que Alexander escribió sus Actas originalmente en inglés, y a que no se dispone de un glosario de los términos técnicos de uso contemporáneo con las Actas, el “dictum” presenta problemas de incertidumbre en la traducción de términos en contexto técnico.  ¿Cuál es la traducción correcta de “channel”?  ¿Es canal o es caño?  En todo caso ¿Cuál es la diferencia entre un canal y un caño?  ¿En qué se diferencia un canal de una zanja llena de agua?  ¿Cómo diferenciamos el primer “channel” que encontramos al recorrer el borde de la laguna, de la primera zanja llena de agua (o atascada de lodo y troncos) que encontramos?

Evidentemente, a más de cien años de aniversarios de las Actas, el “dictum” no es suficiente para aclarar la situación.   Tenemos que complementar la información del “dictum” con los datos numéricos o gráficos contenidos en las Actas.  Si hiciéramos eso, los ángulos y distancias, o la geometría del gráfico, podrían señalarnos directamente en el terreno, y en el mapa de Ineter, cual es (e igualmente importante, cuál no es) efectivamente el primer “channel”.  Digo “señalarnos”, en vez de decir marcarnos, porque hay que admitir que en más de cien años la geografía puede haber cambiado.  Y digo cautelosamente “puede haber cambiado”, porque una comparación del mapa actualizado de Ineter (2010), con el mapa desaparecido (1965) y con otros mapas más antiguos, parece indicar que, contrario a lo que algunos expertos opinan, el perímetro de la laguna Harbour Head, no ha cambiado significativamente desde la época de Alexander, por lo menos en los detalles necesarios para comparar con los dibujos de Alexander y para dar seguimiento a la lectura de sus Actas.

Esta operación, de comprobación en el campo, no tomaría más de dos semanas a una cuadrilla de topografía, a la que pagaríamos en córdobas.  Este costo sería insignificante, en comparación con más de seis millones de dólares que llevamos ya gastados en solo la primera parte del juicio contra los ticos en La Haya, según declaró esta semana a El Nuevo Diario, uno de nuestros ex-cancilleres.

* Publicado en www.confidencial.com.ni

(Fuente