El costo del conflicto con Costa Rica |
May-18-11 - por Luis Gutiérrez Cortés*
El juicio de La Haya ha tenido ya un costo de 6 millones 169 mil 29 dólares
“Cuando yo estuve en la Cancillería me di cuenta de lo caro que es
contratar consultores extranjeros, traductores, y a los especialistas en
límites marítimos, así como los expertos en lectura y manejo de mapas”. Contralor Guillermo Arguello Poessy
¿Cómo se cambia la frontera de un país? Es imposible hacerlo. Lo que
se puede cambiar es la frontera entre dos países. Obviamente, aunque
algunos parecen no entenderlo, ambos países deben ponerse de acuerdo
antes de intentar ese cambio.
Pero, insistiendo ¿Qué se necesitaría para cambiar esa frontera? ¿Una
draga? ¿Una cuadrilla de peones armados de pico y pala? ¿Un pelotón de
infantería? ¿O una gestión de las cancillerías? Por supuesto que las
dos primeras opciones son absurdas aunque, sorprendentemente, esas son
las opciones que muchos nicaragüenses, de todos los estratos sociales y
políticos, y en todos los niveles de educación, han manifestado
públicamente que creen que son las correctas. La tercera opción sería,
por supuesto, contraproducente y no amerita consideración.
Ahora, continuando ¿Cuándo sería necesario cambiar la frontera de un
país? Y todavía antes que eso, ¿Cómo podemos definir el cambio que
estaríamos considerando? ¿Con respecto a qué situación inicial
estaríamos cambiando? Pareciera que es necesario contestar todas estas
preguntas antes de movilizar la draga, o reclutar la cuadrilla de
peones, o enviar a los ticos el primer memo de nuestra cancillería.
Si comenzamos por la última pregunta; ¿Cuál sería nuestra referencia
para definir el cambio que nos proponemos hacer? Inevitablemente la
respuesta la tenemos que buscar en el mapa que Ineter hizo desaparecer
de su servidor en la internet. Esto es así, porque ese es el mapa
oficial que, correcta o incorrectamente, ha definido nuestra frontera
sur desde que fue publicado, hace más de 45 años. La frontera en ese
mapa es oficial porque ese mapa es un documento oficial publicado por
una dependencia del poder ejecutivo y porque así fue ratificada
explícitamente por la Dirección General de Ordenamiento Territorial en
Abril del 2003, en otro mapa publicado por el propio Ineter. Cualquier
cambio que se necesite hacer a la frontera tendrá que ser respecto a ese
mapa. No existe otra referencia aparte del mapa de los ticos, que
coincide con nuestro mapa desaparecido.
¿Y por qué sería necesario modificar esa frontera? Tal vez porque el
mapa no la muestra correctamente. Pero, no la muestra correctamente
¿Con respecto a qué? Tal vez con respecto a la descripción establecida
por las Actas de Alexander. Y aquí tropezamos con un nuevo obstáculo.
Nuestros expertos delegados a la Corte Internacional de Justicia,
declararon solemne (y candidamente) ante los jueces, que en más del
medio siglo que nuestras oficinas de cartografía tienen de estar
publicando mapas con tecnología moderna, jamás hemos comprobado esos
mapas en el campo. Lógicamente, después de confesar esa vergüenza,
nuestro siguiente paso deberá ser comprobar ese mapa en el campo.
Nuestros ingenieros de cartografía tendrán que hacerlo. Ellos sabrán
cómo. En todo caso, esa es una labor especializada que, para no pasar
más vergüenza, no podemos asignar a nuestros expertos en leyes
internacionales y mucho menos al operador de la draga.
Las Actas de Alexander describen la frontera mediante lo que en jerga
contemporánea llamaríamos tres formatos. Mediante descripción literal
(que los doctos prefieren denominar el “dictum”); mediante datos
numéricos (que algunos repudian por creerlos ilegales y menospreciables
respecto al “dictum”); mediante representación gráfica como croquis o
mapas (que algunos consideran imprecisos además de ilegales).
Debido en parte a que Alexander escribió sus Actas originalmente en
inglés, y a que no se dispone de un glosario de los términos técnicos de
uso contemporáneo con las Actas, el “dictum” presenta problemas de
incertidumbre en la traducción de términos en contexto técnico. ¿Cuál
es la traducción correcta de “channel”? ¿Es canal o es caño? En todo
caso ¿Cuál es la diferencia entre un canal y un caño? ¿En qué se
diferencia un canal de una zanja llena de agua? ¿Cómo diferenciamos el
primer “channel” que encontramos al recorrer el borde de la laguna, de
la primera zanja llena de agua (o atascada de lodo y troncos) que
encontramos?
Evidentemente, a más de cien años de aniversarios de las Actas, el
“dictum” no es suficiente para aclarar la situación. Tenemos que
complementar la información del “dictum” con los datos numéricos o
gráficos contenidos en las Actas. Si hiciéramos eso, los ángulos y
distancias, o la geometría del gráfico, podrían señalarnos directamente
en el terreno, y en el mapa de Ineter, cual es (e igualmente importante,
cuál no es) efectivamente el primer “channel”. Digo “señalarnos”, en
vez de decir marcarnos, porque hay que admitir que en más de cien años
la geografía puede haber cambiado. Y digo cautelosamente “puede haber
cambiado”, porque una comparación del mapa actualizado de Ineter (2010),
con el mapa desaparecido (1965) y con otros mapas más antiguos, parece
indicar que, contrario a lo que algunos expertos opinan, el perímetro de
la laguna Harbour Head, no ha cambiado significativamente desde la
época de Alexander, por lo menos en los detalles necesarios para
comparar con los dibujos de Alexander y para dar seguimiento a la
lectura de sus Actas.
Esta operación, de comprobación en el campo, no tomaría más de dos
semanas a una cuadrilla de topografía, a la que pagaríamos en córdobas.
Este costo sería insignificante, en comparación con más de seis
millones de dólares que llevamos ya gastados en solo la primera parte
del juicio contra los ticos en La Haya, según declaró esta semana a El
Nuevo Diario, uno de nuestros ex-cancilleres.
* Publicado en www.confidencial.com.ni
(Fuente)