Un nuevo actor ocupa ahora el centro de la escena social y política, aunque hizo su aparición tiempo atrás. Se trata del movimiento social que en el análisis y la práctica está sustituyendo a la burguesía y al proletariado de cuyo enfrentamiento, pensó Marx, nacería la sociedad comunista, que llegó, pero no tuvo sus promesas.
Según la prensa, en un diálogo entre el Vicepresidente del Estado y un filósofo esloveno, Slavoj Zizek, se debatió el problema del papel del Estado y de los movimientos sociales en la construcción del comunismo, que ambos están persuadidos vendrá un día. La discusión exquisita discurrió sobre si alcanzar el objetivo sólo con el Estado, sin él, como pretenden los puristas del socialismo, o entre ambos, como afirma García Linera, en medio de camaretazos y griterías de las protestas callejeras, renuentes a aceptar la función que los políticos pretenden darles. La posibilidad de acordar el uno con el otro es para muchos analistas un imposible, entre ellos Zizek. El Estado, garante de las instituciones, es ante todo permanencia, previsión, estabilidad, mientras el movimiento social se presenta como efervescencia, contestación, fluidez, pretensión de cambio; pertenece, pues, a la cría respondona antes que a la regalona.
Según la prensa, en un diálogo entre el Vicepresidente del Estado y un filósofo esloveno, Slavoj Zizek, se debatió el problema del papel del Estado y de los movimientos sociales en la construcción del comunismo, que ambos están persuadidos vendrá un día. La discusión exquisita discurrió sobre si alcanzar el objetivo sólo con el Estado, sin él, como pretenden los puristas del socialismo, o entre ambos, como afirma García Linera, en medio de camaretazos y griterías de las protestas callejeras, renuentes a aceptar la función que los políticos pretenden darles. La posibilidad de acordar el uno con el otro es para muchos analistas un imposible, entre ellos Zizek. El Estado, garante de las instituciones, es ante todo permanencia, previsión, estabilidad, mientras el movimiento social se presenta como efervescencia, contestación, fluidez, pretensión de cambio; pertenece, pues, a la cría respondona antes que a la regalona.
El Vicepresidente se mostró convencido de la victoria final del comunismo. El filósofo, cauto, se centró en la articulación de una nueva hegemonía que una a las clases trabajadoras, a los oprimidos y a las corrientes indígenas.
Fácil de enunciar, difícil de lograr. ¿Cómo asegurar la convergencia de intereses entre unos y otros, una conciencia compartida entre todos, o será la vieja melodía socialista con actores diferentes pero los mismos conductores, los intelectuales orgánicos, encargados de encauzar el proceso revolucionario y fijar sus metas? Aunque Zizek previno los riesgos de quiebre por la heterogeneidad de los componentes. Ya Sucedió acá con el movimiento de 1952.
El movimiento social es un personaje esquivo en la teoría y la realidad, a diferencia del proletariado. Cualquiera podía señalar con el dedo a un proletario operando en el mundo cotidiano. Otra cosa es que los ideólogos lo hubiesen revestido con variados ropajes. No pasa lo mismo con el movimiento social y sus integrantes. No es que no existan teorías ni estudios acerca de él. Al contrario hay mucho de lo uno y de lo otro, lo que hace su identificación controvertida, como recuerdan los asambleístas de la Constituyente. Una caracterización general lo presenta como una acción colectiva de una cierta duración que busca mutar las instituciones claves de su sociedad. La espontaneidad, la laxitud de su organización, el carácter no dócil de sus acciones son algunas de las notas propias.
No es equiparable a un sindicato, partido ni al Estado. Tampoco a cualquier multitud. Su dimensión contestataria le impide dejarse encuadrar desde arriba. Así lo está comprendiendo tarde el Gobierno del MAS.
Alain Touraine, uno de sus más lúcidos estudiosos, lo considera como un momento excepcional de la vida social, orientado a transformar la cultura, los modelos de dominación de la sociedad en la cual surgió. Pero la acción transformadora, si cumple sus objetivos, está llamada a cristalizar en una nueva institucionalidad, en regla y orden, origen de otras acciones colectivas. Para F. Alberoni, el movimiento social aparece como una disponibilidad de muchos para forjar algo nuevo, el enamoramiento, una de manifestaciones mínimas, donde los amantes se entregan sin reservas el uno al otro, revela su dinámica, pues en él, al igual que en sus expresiones de mayor magnitud, esa disponibilidad entusiasta acaba, en un ordenamiento distinto, el matrimonio para la pareja, ahí el conmovedor sacrificio: contigo pan y cebolla, se torna exigencia de previsión, de adaptación, de normatividad.
El diálogo no se adentró suficientemente en la caracterización del nuevo actor, que en apariencia la Constitución domesticó, descuidó mirar sus márgenes de libertad, su historia, su apego a la improvisación, a actuar entre lapsos de sopor y ebullición, a cambiar de rumbos en el tiempo y a anudar nexos con aliados inesperados. En varios Estados acabó con el socialismo, el autoritarismo, qué hará otra vez acá. Tema abierto.
Salvador Romero Pittari
Fuente: La Razón
31 de marzo de 2011